Renacer en México

lunes 18 octubre, 2021

From issue: Cross Country en Español 63 – Noviembre 2021

¡Ay, caramba! Después de casi 50 años en California, Estados Unidos, Wills Wing se muda al sur a Valle de Bravo en México. Ed Ewing conversa con algunos de los nuevos socios acerca de esta decisión

Al principio hubo ‘The Happening’ – un encuentro de almas similares en la playa Newport en California el 23 de mayo de 1971. Se realizó para coincidir con el cumpleaños 123 de Otto Lilienthal y asistieron varios ‘voladores californianos’ para volar aeronaves experimentales principalmente hechas de bambú y cuerdas en las laderas de hierba del sur de Los Ángeles. 

Los videos en Super-8 de la época muestran a los pilotos corriendo por la hierba seca y alta y flotar unos metros para luego aterrizar o estrellarse poco después. Fue el nacimiento de un nuevo deporte: el ala delta.

Fotos de The Happening aparecieron en primera plana del diario LA Times de ese lunes y también se escribió un artículo en el número de febrero de 1972 de la revista National Geographic. Ese artículo llevó al nuevo deporte del ala delta a nivel global e inspiró a una generación de pilotos en todo el mundo aferrados a la idea de volar como pájaros.

Dos de estas almas inspiradas eran los hermanos californianos Chris y Bob Wills. Ese verano, construyeron alas delta de bambú y plástico y las volaron desde las colinas en San Clemente, una ciudad costera en el condado de Orange entre Los Ángeles y San Diego. Tenían planes y fundaron Sport Kites Inc. un año después y empezaron a funcionar bajo el nombre de Wills Wing. Ese mismo año, Chris Wills ganó el primer Campeonato Nacional de Ala Delta de Estados Unidos y su hermano terminó de segundo.

 

 

Al principio hubo ‘The Happening’ – un encuentro de almas similares en la playa Newport en California el 23 de mayo de 1971. Se realizó para coincidir con el cumpleaños 123 de Otto Lilienthal y asistieron varios ‘voladores californianos’ para volar aeronaves experimentales principalmente hechas de bambú y cuerdas en las laderas de hierba del sur de Los Ángeles. 

Los videos en Super-8 de la época muestran a los pilotos corriendo por la hierba seca y alta y flotar unos metros para luego aterrizar o estrellarse poco después. Fue el nacimiento de un nuevo deporte: el ala delta.

Fotos de The Happening aparecieron en primera plana del diario LA Times de ese lunes y también se escribió un artículo en el número de febrero de 1972 de la revista National Geographic. Ese artículo llevó al nuevo deporte del ala delta a nivel global e inspiró a una generación de pilotos en todo el mundo aferrados a la idea de volar como pájaros.

Dos de estas almas inspiradas eran los hermanos californianos Chris y Bob Wills. Ese verano, construyeron alas delta de bambú y plástico y las volaron desde las colinas en San Clemente, una ciudad costera en el condado de Orange entre Los Ángeles y San Diego. Tenían planes y fundaron Sport Kites Inc. un año después y empezaron a funcionar bajo el nombre de Wills Wing. Ese mismo año, Chris Wills ganó el primer Campeonato Nacional de Ala Delta de Estados Unidos y su hermano terminó de segundo.

Lamentablemente, al triunfo le siguió la tragedia. Eric, el tercero de los hermanos Wills, falleció en un accidente de ala delta en 1974 y tres años después, en junio de 1977, Bob Wills también falleció durante el rodaje de un comercial para televisión. En aquella época, Chris Wills había dejado la empresa y estaba estudiando medicina.  

“Bobby y yo éramos amigos”, recuerda Steve Pearson, de 65 años, actual presidente de la USHPA y diseñador y presidente de Wills Wing durante los últimos 40 años. “Falleció cuando el helicóptero que grababa lo tumbó al suelo”. 

Muchos lectores en Estados Unidos puede que hayan visto volar a Bob Wills. Fue capturado en video para la película To Fly! en 1976 volando por los acantilados gigantescos de Hawaii al atardecer. Es un video impresionante de 27 minutos en IMAX acerca del vuelo hecho especialmente para la inauguración del Museo Nacional del Aire y el Espacio de Estados Unidos en Washington, DC. Lo impresionante es que se sigue mostrando y lo han visto unas 100 millones de personas. “Primero volamos en sueños, pero el sueño de volar se hizo realidad”, dice el narrador al principio de la espectacular secuencia envolvente. También ayudó a alimentar el auge del ala delta a finales de la década de 1970 y principio de 1980.

“Después de la muerte de Bobby, un grupo de cuatro personas tomaron el mando de Wills Wing en 1977. Éramos Rob Kells, Mike Meier y su esposa, Linda Meier,” explica Steve Pearson. “Y hemos sido socios desde entonces”.

 

Barra transversal

“Cuando llegamos a la empresa en 1977, había 10 fabricantes de ala delta en EEUU más grandes que nosotros”, recuerda Steve. Ahora, solo existe Wills Wing y también se va de su sede en California. 

La historia de Wills Wing opaca la del ala delta. Después de los inicios experimentales con bambú, surgieron las alas con arneses que conocemos hoy en día. Ahora, los pilotos podían volar más alto de lo que se atrevían a caerse, aprendieron a girar térmicas y arrancaron las compes. 

El deporte tuvo un auge a principio de la década de 1980 y se rompían récords todos los años. Después, en 1990 Larry Tudor superó la marca de los 400km por primera vez con 487km en Nuevo México, récord que conservó durante una década.

En 1992, Wills Wing se mudó a una fábrica de 1486m2 en el condado de Orange donde han estado desde entonces. Gracias a los desarrollos en diseño, lanzaron la Falcon, un ala de iniciación, en 1994 y las alas calvas aparecieron en 1997. Quince años después, Dustin Martin voló su T2C calva y rompió el récord mundial de ala delta que sigue vigente con un vuelo de 764km por Texas, EEUU el 3 de julio de 2012. A lo largo de esa historia, Steve Pearson ha dirigido el equipo de desarrollo y diseño para hacer alas más seguras y con mejor rendimiento.

“A lo largo de 48 años, hemos fabricado 29.368 alas”, dice Steve. “En el apogeo, a principios de la década de 1980, producíamos casi mil alas al año”. Durante la última década, la producción se ha estabilizado a 500-600 alas al año, pero la pandemia afectó a todos. “Cuando nos llegó el aviso de cierre, Mike y yo nos miramos y pensamos, ‘Oh no’. Pensamos que todo se acabaría”.

Resulta que las cosas continuaron en Wills Wing. De hecho, le dio a la compañía y a sus directores tiempo para pensar en qué pasaría después – cómo seguir avanzando sin envejecer a la empresa y que cerrara. El resultado fue simplificarse y mudar absolutamente todo al corazón del mundo del ala delta en México: Valle de Bravo.

 

¿Por qué México?

“He estado buscando un plan de sucesión durante años, pero ello implica más que capital, requiere encontrar el equipo adecuado”, explica Steve. “La esencia es cómo incorporar nuevo talento y liderazgo que pudiéramos encontrar dentro de la comunidad más favorable y centrada en los pilotos”. 

Antes de que se les ocurriera Valle de Bravo, el equipo había considerado “Arizona, Texas, Georgia, Tennessee, Florida, Carolina del Norte, prácticamente cada estado donde había una comunidad sólida de pilotos de ala delta”.

La idea genial sucedió cuando Steve “finalmente” le preguntó a Rudy Gotes, leyenda mexicana del ala delta radicado en Valle de Bravo, si estaba interesado. “Y dijo, ‘Claro que sí’. ¡Me sorprendió! De verdad que me sorprendió. Pero al mismo tiempo me pregunté por qué no se lo había pedido antes. Es la persona adecuada, es el lugar adecuado y toda la idea hizo que me emocionara acerca del futuro de Wills Wing”.

Por su parte, decir “sí” era algo lógico para Rudy que vuela desde que tenía once años. “Fui distribuidor de Wills Wing y era bueno trabajar con ellos. Así que cuando Steve me preguntó, le dije que sí inmediatamente. Porque para mí, lo más importante es promover el ala delta”.

Otro socio importante del equipo es Filippo Oppici, un piloto de alto nivel con más de treinta años en el ala delta. Fue miembro del equipo italiano durante muchos años y ha ganado seis Campeonatos Mundiales de Ala Delta FAI por equipos. Es arquitecto con mucha experiencia en el funcionamiento y gerencia de empresas y también es paracaidista, piloto de planeador y alpinista.

El anuncio de que Wills Wing se mudaba a Valle de Bravo salió a la luz pública en junio. Desde entonces, han estado en la logística de todo el negocio. Cuando conversamos la segunda semana de septiembre, recién habían cerrado la fábrica en California. “Embalamos todo a finales de la semana pasada y ahora está cruzando la frontera, camino a Valle”, dice Steve.

En Valle, Rudy encontró una fábrica a “20 minutos del despegue” y el plan es armar la producción entera y empezar a fabricar alas dentro de tres o cuatro meses. “Vamos a fabricar toda la gama de productos Wills Wing: alas Alpha, Falcon, Sport 3s, T3s U2 y arneses. También seguimos desarrollamos productos. Todo lo que hacemos actualmente en el condado de Orange, lo produciremos en Valle”.

El cambio de ubicación también implica un cambio en la estructura de la empresa y nuevos empleados. Irónicamente, la compañía se llamará oficialmente Wills Wing Inc. por primera vez en lugar de Sport Kites Inc. La nueva compañía sigue siendo estadounidense pero con una sucursal en México. “Todos los bienes, equipos, propiedad intelectual, redes sociales, los productos, todo pasará a la nueva compañía”, explica Steve.

Mientras que antes había cuatro socios, ahora habrá nuevas personas. “La nueva compañía estará conformada por Rudy Gotes, yo, Jessica Koerner, Filippo Oppici y Leónidas Guadarrama. Todos son pilotos activos ¡y ahora soy el miembro más viejo del equipo y no el más joven!” 

De los cuatro socios originales de 1978, Rob Kells falleció lamentablemente en 2008 de cáncer y Mike y Linda Meier, que ahora tienen 71 años, van a aprovechar para retirarse de la empresa después de haber pasado toda su vida en el ala delta. El fundador original, Chris Wills, sigue siendo socio, tal y como lo ha hecho durante décadas.

Rudy Gotes será el nuevo presidente y gerente general “y la persona in situ”. Steve estará a cargo de la ingeniería de producción. El equipo “tiene experiencia de sobra” para sustentar la empresa tal y como es – y hacer que siga avanzando.

Jessica Koerner ha sido fanática de Wills Wing desde que empezó a volar en 2015. “Todas mis alas han sido Wills Wing, y soy una piloto relativamente nueva”. Eso es importante, dice, porque parte del reto del ala delta, no solo de Wills Wing, es atraer a más pilotos al deporte y hacer que sigan volando.

“Actualmente, soy presidenta del Club de Ala Delta Fellow Feathers en Fort Funston en San Francisco y estoy involucrada en el grupo de novatos Bay Area Fledglings, que consiste en apoyar a nuevos pilotos y guiarlos en su progresión de licencias H2 a H3”. Después de la H2, los pilotos generalmente se quedan solos y el grupo Bay Are Fledglings está diseñado para servir de entrenador y mentor mientras el piloto pasa al siguiente nivel. 

Esta profesional del mercadeo para una compañía internacional de energía eólica está “emocionada” de estar involucrada también en Wills Wing. En un video en línea de un vuelo que hizo en Yosemite sale sonriendo de oreja a oreja por lo emocionante y hermoso que fue todo. “Ha sido uno de mis tres vuelos favoritos”, afirma, “una experiencia increíble”.

Es esta mezcla de vieja escuela, experiencia, conocimiento y entusiasmo que propulsará a Wills Wing durante su primer año mientras se acomoda en su nuevo hogar en México. “Existe una riqueza enorme de conocimiento dentro del deporte de parte de pilotos que han estado volando desde hace décadas, ¿sabes? Y creo que existe una especie de energía circular en la que los pilotos nuevos están energizando a los experimentados. Porque todos lo hacemos porque nos encanta”, dice Jessica.

Steve concuerda. Se emocionó muchísimo durante un viaje reciente a Valle. “Sentí que viajé 40 años en el pasado. Había tanto entusiasmo por el ala delta y gente joven que pensé, ‘Dios, este es el futuro. Es la decisión correcta, es muy emocionante’”.

Añadió, “Es lo que tanto me emociona. La comunidad, la gente, la oportunidad de reinventar el ala delta, de hacerlo sustentable y que crezca. Me emociona todo”. 

 

valle de bravo en 60 segundos

La zona: “Siempre se vuela en Valle de Bravo”. Según los locales, se vuelan los 360 días del año y es sin duda uno de los lugares más constantes para volar en el mundo. A apenas dos horas del aeropuerto de Ciudad de México, es un refugio pintoresco a orillas de un lago. El Peñón, el despegue principal, queda a 40 minutos del pueblo en automóvil. Es una zona de vuelo de clase mundial que ha sido sede de numerosas competencias internacionales a lo largo de 30 años.

Mejor época: De noviembre a marzo hay poco viento y cielos azules. Octubre y noviembre son suaves, de diciembre a febrero es perfecto (y temporada alta). Marzo es más fuerte y abril es muy fuerte. De mayo a septiembre es temporada de lluvia, pero se vuela entre chaparrones. 

Condiciones de vuelo: Térmicas de montaña fuertes, vuelo en meseta, llanura y convergencia. Idas y vueltas y triángulos. 

Alturas: Despegue a 2340m, techos de 3500m y el aterrizaje junto al lago está a 1790m.

Guías de ala delta: Esta temporada, Wolfie Siess está organizando vuelos guiados en Valle de Bravo de noviembre a marzo con Rudy Gotes y Vuelo Libre México. Los pilotos solo tienen que traer su arnés – y  volarán con alas Wills Wing suministradas localmente. Visita vuelolibre.mx

Guías de parapente: Muchos guías traen grupos desde Estados Unidos y Europa durante la temporada. Para consultar la lista de guías locales, reglas de la zona de vuelo e información prevuelo, lo mejor es empezar en la página del Club Peñón clubpenon.org.

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